BLOG DE: JOSE RAMON AMADOR LOPEZ ...(DIBUJO Y PINTURA)... OTROS INTERESES: ARTE & FOTOGRAFÍA & ARQUITECTURA & CIENCIA & TECNOLOGÍA & ASTRONOMÍA & ARQUEOLOGÍA & HISTORIA & GEOGRAFÍA & VIAJES & MISTERIOS ENTRE OTROS.
La catedral actual es un edificio de tres naves, con bóveda de crucería sobre arcos apuntados. La fachada del templo se compone de tres grandes ojivas que se corresponden con las tres naves. La fachada occidental posee un rosetón del siglo XIV de 5 metros de diámetro con vidrieras policromadas. Está flanqueada por dos imponentes torres, decoradas con motivos heráldicos.
En el interior se encuentra el Museo de arte sacro,
disponiéndose sus obras en las naves laterales del templo. El retablo mayor actual,
obra de Fernando de Terán, es rococó, con columnas neoclásicas. Posee dos
cuerpos, el primero con la Asunción de la Virgen y el segundo representando el
misterio de la Santísima Trinidad.
Durante la Edad Media se construyó un coro de piedra que fue
sustituido a principios del siglo XVI por uno de madera. En este siglo también
se construyó la girola y finales del mismo la sacristía.
El claustro es del siglo XVII, de planta cuadrada con arcos
de medio punto y columnas dóricas. Fue reconstruido por Diego Ibáñez Pacheco.
En el siglo XVIII se remodeló la fachada y se añadieron las
torres
La catedral posee varios estilos debido a las sucesivas ampliaciones y reformas a lo largo del tiempo. Fue construida sobre bases románicas, aunque sufrió ampliaciones barrocas.
En la puerta principal y el ábside mayor se pueden ver sus
orígenes románicos.
Por otro lado tanto el crucero y la sacristía son de estilo
Gótico, así como el rosetón de la fachada occidental. Las pinturas de la nave
central situadas bajo los órganos también se enmarcan en el gótico. Entre estas
pinturas cabe destacar la perteneciente a la escena de la Degollación de los
Inocentes. La sillería del coro, tallada en madera de nogal, pertenece
igualmente a este estilo.
El claustro, reformado a principios del siglo XVII es de
estilo clásico. En el centro existe un cruceiro gótico, que probablemente
pertenecía al primitivo claustro.
Según la tradición, en el solar de la actual Mezquita-catedral de Córdoba estuvo originalmente una iglesia cristiana dedicada a San Vicente Mártir, que fue dividida y compartida entre cristianos y musulmanes tras la conquista islámica de la península ibérica. Con el aumento de la población islámica, el emir Abderramán I decidió en 785 comprar la estructura al completo y demolerla para construir la nueva mezquita; a cambio, permitió a los cristianos reconstruir otras iglesias en ruinas, incluidas las de los mártires San Fausto, Januario y Marcial, que gozaban de gran devoción en la época
La historicidad de estos eventos ha sido discutida, debido
a que las evidencias arqueológicas son escasas y no se ha podido comprobar con
hechos posteriores a la llegada de Abderramán a la península. El relato de la
iglesia siendo reconvertida en mezquita, que es desarrollado por el historiador
del siglo x Al-Razi, alberga muchas similitudes con la conquista musulmana de
Siria, en particular con la construcción de la Mezquita de los Omeyas en
Damasco. Para los historiadores medievales, estos paralelos servían para
enaltecer la conquista omeya de la península y la apropiación de la Córdoba
visigoda. Otra fuente del siglo x menciona una iglesia que se levantó en el
centro de la mezquita, sin dar muchos más detalles. Una exposición
arqueológica actual en la Mezquita-catedral muestra fragmentos de un edificio
tardoantiguo o visigodo excavado por el arquitecto Félix Hernández en 1930,
enfatizando el carácter cristiano del monumento. Según Susana Calvo Padilla,
especialista en la historia de la Mezquita-catedral, aunque se han encontrado
los restos de estructuras similares a iglesias, no existen evidencias
arqueológicas suficientes de que se haya encontrado la iglesia de San Vicente.
Parece que los restos tendrían más relación con un complejo episcopal que con
una iglesia que fue dividida entre musulmanes y cristianos. Pedro Marfil,
arqueólogo de la Universidad de Córdoba, ha interpretado también los restos
encontrados como un complejo episcopal que quizás albergara una basílica.2021
Sin embargo, esta teoría parece estar equivocada según el arqueólogo Fernando
Arce-Sainz, que declara que ninguno de los restos analizados alberga una
iconografía cristiana, ni siquiera de un cementerio, que apoyara que existiera
una iglesia. La historiadora del arte Rose Walker, ha criticado que Pedro
Marfil se basa en interpretaciones personales. A pesar de las dudas del tipo de
estructura que se encuentra en el substrato, es casi seguro que Abderramán
destruyó el antiguo edificio para construir la nueva mezquita y que no tuvo
relación con la forma anterior.
Mezquita fundacional de Abderramán I
La mezquita fundacional fue construida por Abderramán I, uno
de los últimos miembros de la dinastía omeya que había conseguido escapar de
Damasco tras la masacre de su familia durante la Revolución abasí y había
derrotado al gobernador abasí Yusuf ibn Abd al-Rahman al-Fihri en Córdoba,
instaurando el nuevo Emirato independiente en el 756.
La construcción de la mezquita comenzó en 785 y terminó en
menos de dos años. Este periodo de tiempo tan reducido puede deberse a la
reutilización de piezas (material de acarreo) romanas y visigodas, sobre todo
columnas y capiteles. Se desconoce el arquitecto, aunque se han observado
influencias sirias (omeyas), visigodas y romanas en el diseño del edificio.
Entre los albañiles probablemente se encontraban locales y sirios de origen.
Según la tradición y algunas fuentes escritas, Abderramán se encargó
personalmente del proyecto, aunque se ha debatido hasta qué punto influyó su
persona en el diseño de la mezquita.
La mezquita fundacional albergaba una forma casi cuadrada de
74 x 79 metros cuadrados, dividida entre el patio de abluciones (sahn) al norte
y la sala de oración (haram) al sur. Debido a que fue construida en pendiente,
se tuvo que recurrir a una gran cantidad de relleno para crear el nivel necesario.
La innovación arquitectónica más característica, que se ha repetido en
edificios islámicos posteriores, ha sido la utilización de la doble arcada. Se
ha especulado que Abderramán lo construyó de este modo porque le recordaba a un
bosque de palmeras de su Siria natal; sin embargo, una motivación más técnica
hubiera sido que las columnas reutilizadas no eran lo suficientemente altas.
Para darle estabilidad a este alzado se recurre a dobles arcos, de los cuales
el inferior, de herradura, hace funciones de entibo, mientras que el superior,
de medio punto, es el que soporta la cubierta. Este sistema, además de la
alternancia cromática y material de las dovelas, rojas de ladrillo,
amarillentas las de caliza, parece estar inspirado en el acueducto romano de Los
Milagros (Mérida).
El mihrab original de la mezquita (nicho que indica la
dirección del rezo) no se conserva actualmente, aunque es probable que sus
restos fuesen encontrados en las excavaciones entre 1932 y 1936. El artefacto
hallado mostraba la parte superior del mihrab con forma de concha, similar al
posterior. La mezquita fundacional tenía cuatro entradas: una estaba en el
centro del muro norte en el patio, dos en los muros oriental y occidental del
patio y el cuarto se hallaba en medio del muro occidental dentro de la sala de
oración. Esta última fue conocida como Bab al-Wuzara' (la puerta de los
Visires, hoy conocida como puerta de San Esteban) y es probable que fuera la
entrada usada por el emir y los oficiales estatales, que trabajaban en el
Alcázar andalusí contiguo. Los muros exteriores se reforzaron con contrafuertes
que pueden verse a día de hoy.
Este primer edificio consta, en cualquier caso, de once
naves longitudinales orientadas hacia el río Guadalquivir, cuya anchura es
idéntica, a excepción de la central, que conduce al mihrab y las dos de los
extremos. La central ligeramente más ancha que el resto y las laterales
ligeramente más estrechas, aunque estas leves diferencias solo son apreciables
en un plano. Estas naves constan de doce intercolumnios que corren en dirección
al muro de la quibla.
Orientación del muro de qibla
Los muros de qibla de las mezquitas teóricamente deben estar
orientados hacia La Meca, sin embargo, la Mezquita de Córdoba está orientada
hacia al sur, mientras que La Meca se encuentra al sureste. Esta orientación,
a diferencia de las mezquitas actuales, se debe a las diferencias históricas de
opinión sobre la dirección apropiada del muro de qibla en lugares islámicos más
lejanos como al-Ándalus y Marruecos. En este periodo temprano, muchos
musulmanes de la región preferían que la qibla estuviera mirando hacia el sur
en lugar de mirar directamente hacia La Meca. Este hecho se basa en que el profeta
Mahoma declaró que «entre el este y el oeste se encuentra la qibla», lo que
legitimó las alineaciones hacia el sur. Esta práctica también emulaba la
orientación de los muros de la Kaaba de la Gran Mezquita de La Meca, basada en
otra tradición que consideraba que los muros de la Kaaba se asociaban con las
diversas localizaciones del mundo islámico. Según esta tradición, la cara norte
de la Kaaba se asociaba a al-Ándalus y, por lo tanto, la Gran Mezquita de
Córdoba se orientaba al sur como si mirara a la cara norte de la Kaaba. A
pesar de que mezquitas posteriores en al-Ándalus estuvieron orientadas hacia La
Meca, por ejemplo, la mezquita de Medina Azahara del siglo x, las expansiones
posteriores de la mezquita cordobesa no modificaron su orientación original.
Otra teoría propuesta por el arqueólogo Pedro Marfil apunta a que las
estructuras originales se adaptaron a los límites urbanísticos de la ciudad
tardoantigua.
Hipótesis del templo arriano
En el siglo xx, el escritor Ignacio Olagüe Videla en su
célebre y controvertido libro La Revolución islámica en Occidente (1974),
supone que Abderramán I no habría construido esta mezquita y que el templo
primitivo ya contaba con el famoso bosque de columnas. Añade, además, que
originalmente habría sido concebido para el culto arriano. Sin embargo esta
postura, recogida en textos de divulgación, es rechazada por la investigación
académica por carecer de pruebas y manipular los textos. Los estudios
arqueológicos realizados en el lugar por el arquitecto Félix Hernández
demuestran sin lugar a dudas el origen omeya del edificio, erigido sobre la
basílica cristiana de San Vicente.
Intervención de Hisham I
El emir Hisham I terminó los trabajos inacabados tras el
fallecimiento de Abderramán I, terminando el patio o sahn y erigió el primer alminar.
Este primitivo alminar, de planta cuadrada, fue más tarde derribado por
Abderramán III quien construyó otro, luego parcialmente desmochado, y cuyos
restos se cree que se encuentran actualmente embutidos en el campanario
cristiano de la catedral. La cimentación del alminar de Hisham I fue hallada en
el Patio de los Naranjos por el arqueólogo Félix Hernández en el siglo xx,
quién dejó marcada su ubicación en el pavimento y es hoy día visible.
Ampliación de Abderramán II
Según la historiografía clásica, el crecimiento de la ciudad
habría determinado la necesidad de un oratorio (haram) con un aforo mayor para
poder albergar más fieles durante la celebración de los viernes, por lo que
Abderramán II decidió la primera ampliación de la mezquita. Las obras
comenzaron en 836 (aunque también se citan los años 833 y 848), acabándose en
el 852, bajo mandato ya del hijo de Abderramán II, Muhammad I (r. 852-886).
Para llevarla a cabo se derribó el primitivo muro de la quibla, cuyos restos
son actualmente visibles en forma de grandes pilares, y se prolongaron las
arquerías en ocho tramos o crujías más, con una longitud total de 24 metros.
Los elementos arquitectónicos son idénticos a los de la fase inicial:
alternancia de dovelas en los arcos (amarillas de caliza y rojas de ladrillo) y
utilización de materiales de acarreo, aunque como novedad se utilizaron algunos
materiales labrados a propósito para esta ampliación, como los ocho capiteles
novedosos denominados «de pencas». El mihrab, cuyos cimientos fueron
encontrados en el subsuelo de la capilla de Villaviciosa, estaba concebido
monumentalmente con un arco de entrada sostenido por cuatro columnas y
sobresalía al exterior del muro de la qibla. También este emir llevó a cabo una
intervención en el patio, cerrándolo con saqqifas en los laterales que
faltaban.
Otras intervenciones posteriores fueron las realizadas por
Muhammad I, con la creación de la macsura, la restauración de la puerta de los
Visires, actual puerta de San Esteban; su sucesor Al-Múndir (r. 886-888), quien
dispuso un tesoro en la mezquita; mientras que el emir Abdalá (r. 888-912)
construyó el primer sabat, un pasadizo elevado, que conectaba la macsura de la
mezquita con el Alcázar andalusí al otro extremo de la calle.
Intervención de Abderramán III
En 929 Abderramán III instauró el nuevo Califato de Córdoba
y consolidó el nuevo poder andalusí en la región. Como parte de sus variados
proyectos constructivos, agrandó el patio de la Gran Mezquita y derribó el
primer alminar y erigió uno nuevo comenzando entre 951-952. El minarete o
alminar tenía 47 metros de altura y una base cuadrada de 8,5 metros por lado.
El erudito Jonathan Bloom ha sugerido que la construcción del minarete por
Abderramán fue visto como un símbolo de la creciente autoridad del califa y un
intento de rivalizar con el Califato fatimí al este.40 Abderramán también
reforzó el muro norte del patio añadiendo otra fachada frente a la antigua.
Fuentes históricas difieren sobre si el patio estaba porticado; algunos
historiadores modernos afirman que el patio se porticó en esta época y se
diseñó alternando pilares y columnas, tal y como puede verse actualmente. Las
nuevas intervenciones, incluyendo el minarete, fueron completadas en 958, tal y
como se evidencia en una placa de mármol que incluye el nombre de Abderramán
III como maestro y supervisor de las obras.
Este alminar se conserva actualmente desmochado y embutido
en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado gracias a los dibujos
conservados. El único testimonio gráfico que nos ha llegado es un relieve que
se encuentra en una de las enjutas de la Puerta de Santa Catalina.
Ampliación de Alhakén II
Puertas y cúpulas de la maqsura, construida durante la
ampliación de Alhakén II
Coincidiendo con el esplendor del califato, Alhakén II (r.
961-976), que participó en los proyectos arquitectónicos de su padre, comenzó
durante su reinado en 961 la ampliación más innovadora. Derribó el antiguo
mihrab de Abderramán II, del que también quedan restos visibles en la
actualidad, y amplió la sala de oración 45 metros hacia el sur añadiendo doce
crujías con el diseño original de doble arcada. La nave central de la mezquita
se ennobleció con la construcción de una cúpula nervada, ahora parte de la
capilla de Villaviciosa. Asimismo, se creó una macsura rectangular y rematada
con tres cúpulas nervadas alrededor del nuevo mihrab, presidida con arcos
únicos polilobulados y entrecruzados, y en las columnas se alternan fustes
rosas, de jaspe rojo de Cabra, y azules oscuros de la Sierra Morena cordobesa.
Los materiales ya no son de acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de
capiteles de pencas. Las cúpulas y el nuevo mihrab fueron concluidos en 965 y
una inscripción muestra los nombres de cuatro artesanos que también colaboraron
en el Salón Rico de Medina Azahara. Poco después de esta fecha, tanto la cúpula
central de la macsura como los muros del mihrab se decoraron con ricos mosaicos
dorados bizantinos. Según algunas fuentes tradicionales como Ibn Idari, Alhakén
II escribió al emperador bizantino Nicéforo II de Constantinopla requiriéndole
expertos en mosaicos para la tarea. El emperador aceptó y envió un maestro de
obras con alrededor de 1600 kilos de teselas musivarias como presente. Los
mosaiquistas instruyeron a algunos artesanos del propio califa, quienes
adquirieron la habilidad para realizar el mismo trabajo, que fue finalizado a
finales de 970 o principios de 971. Otras novedades son el doble muro de la
qibla, que facilita la conexión con el sabat y que permite que el mihrab no se
limite a un simple nicho, sino que se abra como una pequeña habitación
octogonal cubierta con una cúpula con forma de concha.
Mihrab
Alhakén II también subvencionó la construcción de un nuevo
mimbar (púlpito) en 965, cuyas obras se demoraron cinco o siete años.
Desafortunadamente, los detalles de esta estructura y su cronología se
contradicen con las fuentes históricas. Ibn Idari, por ejemplo, indica que
Alhakén tenía dos mimbares en esta época, y quizás uno de ellos fuese destruido
o reemplazado. No obstante, el mimbar que se asoció con la mezquita fue
destacado por varios escritores por su gran artesanía. Realizado en maderas
preciosas como el ébano, el boj y maderas «perfumadas», tuvo incrustaciones de
marfil y otras maderas coloridas como sándalo rojo y amarillo. Historiadores
modernos creen que el mimbar tenía ruedas que permitían su desplazamiento para
entrar y salir de su sala.
Ampliación de Almanzor
Arcos exteriores del muro este
Dado el gran continuo crecimiento demográfico de Córdoba, el
hayib del califa Hisham II, Almanzor, decidió llevar a cabo la tercera y última
de las ampliaciones de la mezquita entre 987-988. Su ampliación fue la más
extensa de las acometidas, afectando tanto a patio como a sala de oración,
aunque no se hizo hacia el sur como las anteriores, debido a la cercanía del
río Guadalquivir, sino hacia el este 47,76 metros, añadiendo ocho naves a la mezquita
que dejan descentrado el mihrab. Una vez más, se repitió el mismo diseño de
doble arcada en la nueva construcción, aunque la alternancia de dovelas es solo
cromática y no de materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque
pintadas de almagra las rojas. Se produjeron cientos de capiteles para las
nuevas columnas, sin embargo, eran más simples y menos ornamentadas debido a la
rapidez de su realización. La nueva ampliación de Almanzor albergaba una
superficie de 8.600 metros cuadrados e hizo que la mezquita se convirtiera en
la más grande del mundo fuera del Irak abasí. El nuevo muro oriental del templo
se decoró con diez nuevos portales exteriores ricamente decorados y similares a
los del muro occidental, aunque fueron en gran medida restaurados durante el
siglo xx. Almanzor también fue célebre por haber sustraído las campanas de la
catedral de Santiago de Compostela y haberlas fundido para realizar lámparas de
techo en la mezquita, aunque ninguno parece haber sobrevivido.
Últimos usos como mezquita (siglos XI-XII)
Tras el colapso del Califato cordobés a comienzos del siglo
xi, no se realizaron más ampliaciones en la mezquita. La ausencia de autoridad
tuvo consecuencias negativas en el templo, como el saqueo y daño durante la
fitna de al-Ándalus. Córdoba también sufrió un declive, aunque se mantuvo como
un centro cultural relevante. Bajo los almorávides, los talleres artesanales
cordobeses fueron contratados para crear mimbares ricamente decorados para
importantes mezquitas de Marruecos, siendo el más celébre el mimbar de Ali Ibn
Yusuf en 1137, que fue inspirado por el mimbar de Alhakén II de la Gran
Mezquita.
En 1146 el ejército cristiano de Alfonso VII de León y
Castilla ocupó brevemente Córdoba. El arzobispo de Toledo, Raimundo de Sauvetat,
acompañó al monarca y realizó una misa dentro de la mezquita para «consagrar»
el edificio. Según las fuentes islámicas, antes de que los cristianos
abandonaran la ciudad saquearon la mezquita, llevándose sus lámparas de techo,
el yamur de oro y plata del minarete y partes ricas del mimbar. Como resultado
de este pillaje y el anterior durante la fitna, la mezquita perdió todo su
mobiliario valioso.
En 1162, tras un periodo de declive y continuos asedios, el
califa almohade Abd al-Mumin ordenó que Córdoba se instaurara de nuevo capital
de al-Ándalus. Para preparar dicho evento, sus dos hijos y gobernadores, Abu
Yaacub Yúsuf y Abu Sa'id, mandaron que la ciudad y sus monumentos se
restaurasen. El arquitecto Ahmad ibn Baso, quien fue posteriormente conocido
por su trabajo en la Gran Mezquita de Sevilla, fue responsable de este programa
restaurador. Se desconoce que edificios recuperó, aunque es casi seguro que la
mezquita se encontrara entre ellos. También es posible que se restaurase el
mimbar, ya que se conservó hasta el siglo xvi.
Conversión en catedral (siglos XIII-XV)
Aspecto actual de la capilla de Villaviciosa, antigua
capilla Mayor, que fue la primera intervención cristiana en el edificio
Tras la conquista castellana de Córdoba en 1236, Fernando
III de Castilla convirtió la mezquita en catedral y la dedicó a la Virgen
María, sufriendo diversas alteraciones que acabarán configurando la actual
Catedral de Córdoba. La primera misa se celebró el 29 de junio de ese año.
Según el obispo Rodrigo Jiménez de Rada, Fernando III también devolvió las
antiguas campanas de la catedral de Santiago de Compostela, que habían sido
sustraídas por Almanzor, a dicha ciudad como acto simbólico.
A pesar de la conversión, esta primera etapa como catedral
apenas vio modificada su arquitectura, con la creación de pequeñas capillas y
nuevas tumbas y mobiliario cristiano. Incluso el mimbar de la mezquita fue
aparentemente preservado en su sala original, aunque se desconoce si fue
utilizado (la última evidencia es de Ambrosio de Morales en el siglo xvi).45
El primer altar y capilla mayor fueron situados bajo uno de los lucernarios de
Alhakén II, en el ámbito rico de la mezquita del siglo x, actualmente en la
denominada capilla de Villaviciosa, sin alteraciones en la estructura anterior.
El área de la macsura y el mihrab fue convertida en la capilla de San Pedro y en
ella se guardaba la hostia. La actual capilla de la Concepción del siglo xvii,
cerca del muro occidental del patio, fue en sus orígenes un baptisterio del
siglo xiii. Estas zonas parecen haber constituido los principales focos de
actividad cristiana en la temprana catedral. El minarete de la mezquita se
convirtió en un campanario para la catedral, con pequeñas alteraciones como una
cruz en la cima. Progresivamente se fueron creando otras capillas en el
periferia interior del edificio en los siguientes siglos, muchas de ellas
capillas funerarias de patronazgo privado. La primera capilla conocida en el
muro occidental es la capilla de San Felipe y Santiago de 1258. La capilla de
San Clemente se creó en la parte meridional de la mezquita antes de 1262.
Asimismo, se crearon algunos espacios cristianos como un altar dedicado a San
Blas (1252) y otro a San Miguel (1255), que desaparecieron en los siglos
posteriores.
Al comienzo de este período temprano del edificio, el
mantenimiento de la estructura estuvo a cargo de trabajadores mudéjares.
Algunos de ellos estaban bajo nómina por la Iglesia, mientras que otros
trabajaron para cumplimentar un «impuesto laboral» sobre los artesanos
musulmanes (posteriormente ejercido sobre todos los gremios de musulmanes), lo
que les obligaba a trabajar dos días al año en la catedral. Este impuesto fue
fijado por la Corona y solo se aplicó en la ciudad de Córdoba. Probablemente se
instauró para hacer uso de expertos mudéjares y para lidiar con la pobreza del
cabildo catedralicio, especialmente la reparación de un edificio tan
monumental. En aquel tiempo, los artistas mudéjares estaban muy cotizados en la
zona e incluso había monopolios en algunas ciudades castellanas como Burgos.
El primer añadido más relevante bajo el cristianismo fue la
Capilla Real, ubicaba justo detrás del muro occidental de la capilla de
Villaviciosa. Se desconoce cuando se comenzó a construir, a veces se adjudica a
Alfonso X, aunque Heather Ecker argumenta que no existe evidencia documental de
que fuera edificada antes del siglo xiv cuando Constanza de Portugal, esposa de
Fernando IV, realiza una donación a la capilla. Fue terminada en 1371 por
Enrique II, quien trasladó los restos de su padre Alfonso XI y de su abuelo
Fernando IV a la misma (los restos de ambos monarcas fueron trasladados a la
iglesia de San Hipólito de Córdoba en 1736, donde reposan en la actualidad).
La capilla fue realizada en estilo mudéjar con una cúpula nervada similar a la
de la capilla de Villaviciosa y cubierta con decoración de estuco típica de la
arquitectura nazarí en la época. El uso prominente del estilo mudéjar en una capilla
funeraria real, junto con otros ejemplos como el Alcázar de Sevilla, se ha
interpretado como un deseo de los monarcas castellanos de apropiarse el
prestigio de la arquitectura andalusí.
A finales del siglo xv se produjo una mayor dignificación en
la Capilla Mayor, realizándose en 1489 una nueva nave donde estaba la antigua
capilla del siglo xiii. Esta nueva capilla catedralicia fue impulsada por el
obispo Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de una nave
con formulación arquitectónica gótica y que albergaba una serie de frescos de
estilo italiano realizados por Alonso Martínez que representaban santos y
reyes, aunque únicamente se ha conservado uno que se exhibe en el Museo de Bellas
Artes de Córdoba.